Mis queridas amigas y amigos, hoy les quiero hablar sobre algo que siempre es bueno recordar para conseguir que la ropa de cama dure mucho más y se sienta igual de suave que un conjunto recién comprado: el lavado.
Les cuento que yo me hice la costumbre de cambiar y lavar las sábanas una vez a la semana, pues no me gusta acumular el polvo que cae en el ambiente, mucho menos dejar la posibilidad abierta para que aparezcan ácaros. Además, diganme, ¿existe algo más reparador que irse a dormir y que tu cama huela rico y se sienta muy suave? Nada mejor o no?
Así lavo mis sábanas
Bueno, lo primero que hago cuando abro un set de sábanas nuevo es echarlo a la lavadora, para que así se eliminen posibles excesos de pigmentos y aprestos, provenientes del proceso de fabricación. Luego, si es que no tienes la costumbre, te aconsejo que revises las etiquetas para conocer bien las indicaciones del fabricante en relación a la tela y sus cuidados.
Yo lavo las sábanas solas, sin mezclarlas con otro tipo de prendas o texturas, para no dañarlas y también para darles el espacio que necesitan dentro de la lavadora. El proceso de enjuague también es muy importante, porque si quedan residuos de detergente, éstos le quitarán suavidad a las sábanas y eso es justamente lo que no queremos que pase.
Si se tratan de sábanas que tienen alguna mancha, le quito la mancha primero y luego las echo a lavar. Usualmente todas las lavadoras tienen distintos programas de lavado, entonces es bueno buscar el programa “Algodón”, si vas a lavar sábanas de ese material y una temperatura que sea entre tibia y fría. Con sábanas de tejidos más finos, hay que elegir el programa especial para prendas delicadas, y así no se estropean las fibras.
Al momento de secarlas, lo mejor es tenderlas al aire libre, sin que reciban directamente la luz del sol y exceso de calor, ya que eso produce que se pongan ásperas. En caso de usar secadora, hay que secarlas a baja temperatura. Y para no tener que plancharlas, les tengo un dato: las sábanas se pueden alisar si las doblas mientras todavía están tibias por el sol o la secadora.
¿Cómo limpiar los cubrecamas y faldones?
Les confieso que lavar la ropa de cama bien seguido es todo un hábito que hay que adquirir, pero ya cuando se hace parte de la rutina, las cosas se van simplificando.
También hay que agradecer a la tecnología por darnos lavadoras cada vez más capaces de lavar todo tipo de tejidos y casi todos los tamaños! Por eso, si tienes una lavadora con gran capacidad, ya no es mucho lo que tienes que hacer. Siempre la clave es fijarse en las recomendaciones de las etiquetas.
Para lavar cubrecamas hay que tener en cuenta que se trata de ropa que se pone pesada con el agua, por eso es mejor que cada pieza se lave sola, igual que las sábanas. Si el material es lino o lana, elegir un ciclo suave que dure pocos minutos para que no se desgasten los tejidos.
En el caso de los faldones, se pueden lavar también en ciclos suaves dentro de la lavadora y con agua fría. No los laven en seco, es un consejo que siempre se los digo cuando compran mis productos. Y si te gusta como se ven planchados, hay que evitar que las prendas se sequen por completo y así es mucho más fácil para eliminar las arrugas en el planchado.
Para secar cobertores y edredones hay que tener cuidado con la temperatura de la secadora, siempre es mejor elegir una temperatura baja, porque se pueden encoger o dañar con el calor. Tenderlos y que se sequen al aire es lo más simple. De todas maneras existirán ocasiones que será mejor mandar las prendas de cama a la lavandería, sobre todo en invierno si tienes piezas de lana y plumas.
¿Y tú ya tienes rutina de limpieza para ropa de cama? ¿o estás empezando? Cuéntame si te sirven estos consejos y si tienes algún otro tip para compartir.
Les mando muchos cariños, Nina.